Estamos en verano pero el día es gris, las nubes llevan allá arriba desde que amaneció y la lluvia, perezosa, no se atreve a arrancar. No sopla el viento ni se intuye el Sol, pero la temperatura es suave. Huele a humedad.
Dos jóvenes salen de un bar y caminan lentamente, sin rumbo, a una distancia prudente el uno del otro.
Él: No tenías que haber pagado tú.
Ella: Da igual.
Él: Es cierto, tú estás forrada. Pero soy un caballero.
Ella se ríe. Ahora le habla mirándole a los ojos.
Ella: Eres tonto, eso es lo que eres.
Él clava sus ojos en ella, intercambiándose las miradas. Durante unos segundos sólo les acompaña el silencio y el olor a humedad.
Él: Y tú eres preciosa.
Ella se sonroja. Agacha la mirada y sonríe.
Él: ¿Por qué no me dejas que te bese?
Ella: Ya lo sabes. Estás loco, joder.
Él: Tonto y loco…
Vuelve el silencio. Comienza a chispear.
Él: Tu novio debe ser un tipo cojonudo.
Ella: Para mi, sí.
Él: No es loco ni tonto, además no será un pobre como yo.
La lluvia ya es un hecho.
Ella: Deberíamos irnos ya, está empezando a llover con fuerza y nos vamos a calar.
Él: A mi me gusta la lluvia, sobre todo en verano.
El resto del camino él lo recorre saltando y canturreando una canción en un inglés indescifrable.
Llegan a un cruce. Ella se detiene y le mira fijamente.
Ella: Me tengo que ir a casa. Me lo he pasado muy bien.
Él: Está bien. Dame un beso.
Ella se acerca y le besa en la mejilla. Él no intenta nada, pero se queda observándola.
Ella: Adiós.
Ella echa a andar con convicción hacia su casa. Él sigue allí plantado, sin quitarla el ojo de encima, aunque hace tiempo ya que la chica no le mira y camina de espaldas a él.
Él: - gritando - ¡Te quiero!
Dos jóvenes salen de un bar y caminan lentamente, sin rumbo, a una distancia prudente el uno del otro.
Él: No tenías que haber pagado tú.
Ella: Da igual.
Él: Es cierto, tú estás forrada. Pero soy un caballero.
Ella se ríe. Ahora le habla mirándole a los ojos.
Ella: Eres tonto, eso es lo que eres.
Él clava sus ojos en ella, intercambiándose las miradas. Durante unos segundos sólo les acompaña el silencio y el olor a humedad.
Él: Y tú eres preciosa.
Ella se sonroja. Agacha la mirada y sonríe.
Él: ¿Por qué no me dejas que te bese?
Ella: Ya lo sabes. Estás loco, joder.
Él: Tonto y loco…
Vuelve el silencio. Comienza a chispear.
Él: Tu novio debe ser un tipo cojonudo.
Ella: Para mi, sí.
Él: No es loco ni tonto, además no será un pobre como yo.
La lluvia ya es un hecho.
Ella: Deberíamos irnos ya, está empezando a llover con fuerza y nos vamos a calar.
Él: A mi me gusta la lluvia, sobre todo en verano.
El resto del camino él lo recorre saltando y canturreando una canción en un inglés indescifrable.
Llegan a un cruce. Ella se detiene y le mira fijamente.
Ella: Me tengo que ir a casa. Me lo he pasado muy bien.
Él: Está bien. Dame un beso.
Ella se acerca y le besa en la mejilla. Él no intenta nada, pero se queda observándola.
Ella: Adiós.
Ella echa a andar con convicción hacia su casa. Él sigue allí plantado, sin quitarla el ojo de encima, aunque hace tiempo ya que la chica no le mira y camina de espaldas a él.
Él: - gritando - ¡Te quiero!