domingo, 9 de enero de 2011

David y Goliat

David giró el pasillo y volvió a su cuarto. No sabía por qué salía de allí tan a menudo. Mierda, sí lo sabía. No le gustaba esa sensación de parecer un joven más de esa televisiva generación ni-ni. No le reconfortaba tener que pasar horas delante de su ordenador. Pero odiaba tener que salir de su habitáculo hogareño para encontrarse a sus padres regañando.

Aquello era insostenible. David tenía, tiene, 23 años, una carrera acabada y un trabajo precario. Ni siquiera llega al sueldo mínimo, considerado decente, para embarcarse en la aventura de la independencia. La independencia del hogar. Porque eso es lo que realmente quiere David, irse de casa. Pero la situación socioeconómica del país no invita a grandes proyectos a medio-corto plazo. Y la opción es dar la razón al sistema capitalista y entregarse en cuerpo, y quizá también en alma, a algún desalmado por un sueldo que permita volar de su cuarto.

Al menos allí lee. Leyó el otro día a Paul Auster y se sintió identificado con sus personajes solitarios y oscuros. Allí también estudia. Allí escribe y publica sus basuras literarias en blogs que nadie lee. Cojones, allí es donde sueña. Allí es donde vive.

En su cuarto no se siente ahogado por una sociedad que no reconoce como propia. En la intimidad de su habitación no se flagela el espíritu preguntándose qué hace un chico con su inteligencia y su talento, allí, en una habitación como aquella.

David está en su habitación, pero está mucho más lejos y vivo cuando está allí dentro. Aunque los gritos de fuera le recuerdan siempre la realidad.

David debes salir de ahí.

5 comentarios:

  1. David tiene un mundo de lujuria por descubrir ahí fuera. No puede quedarse como los hikikomori, las habitaciones suelen ser un refugio adolescente, muy necesario durante un tiempo, pero un lastre insoportable a partir de los 20 años.

    Las drogas ayudan a salir de las habitaciones, ni que sea porque uno tiene que pillar. El dinero también ayuda y, por supuesto, el sexo real, ya sea de pago o no.

    Al mismo tiempo, hacerse el intelectual en los bares es otra manera de escapar, aunque el problema reside en que ahora ya no se puede fumar. Y en las terrazas invernales hace demasiado frío. Gran dilema.

    Un abrazo,


    VD

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  2. En mi adolescencia en mi habitación para pasar el rato solo había un tocadiscos y discos, pero se hacía de todo. Ahora en las habitaciones quien manda es el ordenador, toda la habitación gira a su alrededor, internet nos ofrece una realidad virtual que hace que la habitación sea el mundo entero, pero no nos quita nuestra soledad. Goliat es el mundo fuera de la habitación y solo hay una forma de vencer a Goliat, enfrentarse a el.

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  3. Muchos fuimos/somos/seremos David. Algunos hemos cambiado el cuarto de juventud por un piso hipotecado y unos sueños contaminados. Salu2.

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  4. ...mis padres dejaron de discutir cuando me marché de casa. Con el tiempo he entendido que las parejas han de estar solas para llevarse bien...

    ...no es necesario vender el alma al sistema. Para salir del cuarto de casa de papá y mamá el sistema exige tu cuerpo solo por unas horas al día...

    ...si uno es listo al final acaba sacándole partido al resto del tiempo y, sobre todo, reconsidera los prejuicios morales que tiene sobre las putas...


    Un abrazo, Spaski, me encantó tu entrada

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