jueves, 16 de junio de 2011

Madrid no nos quiere

Antes de salir me aseguro que el viaje me proporcione buenos momentos. Como está mal visto drogarse en el transporte público a plena mañana y uno nunca puede estar seguro de coincidir con bellas mujeres, cojo un libro de Houellebecq que tenía olvidado. Últimamente he estado demasiado absorto en lecturas metafísicas, a saber: ensayos sobre microeconomía social, Michel Onfray poniendo a parir a Freud y el enésimo libro que trata de desatestiguar la existencia de Dios. No había nada malo en ninguno de ellos; es más, todos fueron interesantes y con pasajes realmente sobresalientes. Creo que estoy viviendo un buen momento como lector, ¿puede ser que mi criterio al fin haya madurado? El caso es que no quiero joder tan brillante currículum y Houellebecq es una apuesta segura.

Lo único que recuerdo de su adquisición es que costó diecisiete euros. Una cantidad decente. Sí, decente es un epíteto pusilánime; es como decir que te parece caro, pero al mismo tiempo temes que tachar a Houellebecq de caro sea desacreditarte.

Tener razón es algo que nunca me ha quitado el sueño, sobre todo porque llevo toda mi vida equivocándome. Esto unido a mi concepción pseudomarxista del mundo artístico hacen que reivindique el concepto de caro ligado al autor francés. Diecisiete euros, para mi, es una cantidad excesiva por adquirir un libro.

Lo primero que observo al subir al autobús es a una adolescente con una camiseta que reza I love Madrid. Mi inglés dista mucho de ser aceptable, pero me alcanza para traducir el enunciado. Lo primero que me llega a la mente es que hay que ser gilipollas para pagar por una camiseta en la que pone I love Madrid, prefiero comprar un libro a diecisiete euros donde al menos aparecen frases con más contenido. Lo segundo es que hay que ser gilipollas para amar a una ciudad. Se puede amar a una persona, por supuesto; a un escritor (esto es más discutible, sobre todo con esos precios), o incluso a un perro (conozco casos); pero ¿amar a una ciudad? ¿Y amar a una ciudad como Madrid? Joder, me cuesta creerlo. Lo tercero es que para llevar puesto eso, mejor no llevar nada; si la intención es provocar el efecto sería más certero.

Intento sentarme lo más alejado posible de la teenager enamorada. El autobús está a rebosar, así que mis opciones son reducidas: o I love Madrid o de pie. Vamos para allá.

La muchacha tiene un gusto horrible para vestir pero al menos huele bien, lo que se agradece una mañana de verano en una ciudad tan contaminada como Madrid. Saco mi libro y ojeo la contraportada. Por lo general las contraportadas de los libros son absurdas. Mayoritariamente están escritas por amigos del autor o engreídos críticos literarios cuyas punzantes frases son más acordes a un anuncio de productos adelgazantes que a una obra artística; exhiben una retórica mercantilista y paupérrima que busca un impacto en el inocente e inexperto lector. Uno puede suponer que una obra de Houllebecq se venda sola o, que al menos, no atraiga a consumidores azarosos de cultura; pero parece ser que la editorial de la presente edición no opina así. La única frase reseñable, por ser poco enjuiciosa y algo pura, es “imprescindible leerlo”. Creo que los escritores de contraportadas deberían donar su talento a las serigrafías de camisetas.

El manuscrito recoge una serie de cartas, entrevistas, artículos y reflexiones del autor francés acerca de temas tan variopintos como la arquitectura, el feminismo, la fiesta o la filosofía. Leo algunos capítulos, paso por alto otros, ojeo el índice y elijo a propósito uno. Me quedo con esta frase: “en nuestra sociedad contemporánea la adolescencia no es un estado pasajero, es un estado en que estamos condenados a vivir hasta el día de nuestra muerte”


Miro a la jovencita sentada a mi izquierda. Madrid no nos quiere.

11 comentarios:

  1. Ay! El amor no es siempre reciproco coleguita!!!
    jejejeje
    besos y animo con tu inversión de 17 euros

    ResponderEliminar
  2. Quién sabe si esa chica miró tu camiseta también y pensó para llevar eso que seguro le habrá costado al menos 10 euros mejor no llevar nada, ya puede disimular con ese profundo libro, que su camiseta es horrible ;)

    ResponderEliminar
  3. Genial comparación camiseta-libro. Pero creo que sí se pueden amar las ciudades, sin llegar a ser hortera. Bueno, más bien tenerles cariño. O algo así...
    Dulces sueños!

    ResponderEliminar
  4. PD: Ya me imagino que es ficción, yo tampoco voy por ahí encadenando a hombres para castigarles. Una camiseta que ponga I love Barcelona no estaría tan mal.

    ResponderEliminar
  5. Por una vez, y sirviendo de precedente, estoy en desacuerdo. Madrid SÍ nos quiere, lo difícil es quererla, es tan puta, como Barna, como Sevilla, como Londres, como Roma etc. El resto del texto genial, como siempre, con doble lectura.

    ResponderEliminar
  6. Pues si vieras las de Ibiza ROcks o Ibiza 69 o pollarldadas así que se ven, flipas.

    ResponderEliminar
  7. Ojalá lo donasen. Todo sería más equilibrado.

    Un saludo desde Madriz, mi ciudad, a la que amo :P

    ResponderEliminar
  8. Joder, me gusta mucho combinar el absurdo de las contraportadas con la ninfa que ama una cosa tan amorfa como Madrid.
    Somos las bacterias de Madrid. Ella vive gracias a nuestra labor. No nos quiere, pero sin nosotros no sería nada. Colapso digestivo. Hormiguero sin hormigas.
    Houellebecq es casi siempre una opción segura. Yo también me siento raro cuando lo leo.

    ResponderEliminar
  9. A veces la gente que viaja en autobus lee por el rabillo del ojo lo que uno está leyendo... Houellebecq, en este punto, su lucidez apabullante, su desparpajo sexual... una apuesta segura, si señor, al menos mejor que una camisetilla.
    Pero no se puede negar que una ciudad puede provocarte cosquilleos entre las costillas.
    Si no te ha pasado pues no te ha pasado... tampoco tiene por qué convertirse en un juicio de valor sobre la gilipollez humana (que acotada en una camiseta es menos peligrosa).
    Quizá tu podrías probar a llevar la camiseta... y ella a leerse el libro.
    Por cierto... "Las particulas elementales", casualmente, mañana se lo regalo a un amigo.

    ResponderEliminar
  10. HOLA, SPASKY. SI NO TE IMPORTA, VOY A SENTARME EN LA PLATEA DE TUS SEGUIDORES PARA PODER VER MÁS DE CERCA LO Q’ TIENES PARA DECIR ..

    P.D. EL PRÓXIMO 31 DE OCTUBRE TE ESPERO EN “EL HECHIZO” ;)
    SALUDOS..

    ResponderEliminar