domingo, 18 de septiembre de 2011

¿Princípes inútiles?

"Dedicado a lo más esencial de mi vida, mi particular princesa"


Spaski encara beodo El Principito de Saint-Exupery. Esta noche no ha habido sueños eróticos ni concesiones a la imaginación. Solo alcohol y música, demasiada música. Los beats se aderezaban con puntitas de speed y se fusionaban visualmente con alguna cinta porno de finales de los ochenta, cuando no estaba tan extendido el concepto de depilación. Esta existencia placentera era interrumpida de vez en cuando por los gritos de la vecina de al lado. Una vieja, fea y gorda, de unos setenta mil años, a la que la muerte no ha tenido valor de llevarla.


Lo interesante de la mezcla alcohol y speed es que se retorna en un bucle infinito. A más speed más ganas de beber y a mayor sensación etílica mayor apetito speedico. El cuerpo humano es una máquina con límites variables, cambiantes. Sólo el que experimenta con ellos conoce realmente cuáles son, aunque la intriga siempre permanece presente, pues éstos no son eternamente exactos.



Ese experimentar corporal conduce a sensaciones de otras búsquedas, más antropológicas y/o filosóficas. Que es lo mismo que decir: más inútiles. La filosofía es un bello eufemismo de trabajada inutilidad. Lo que, paradójicamente, la hace útil y deseable, porque vivimos actualmente en un mundo rodeado de cosas inútiles, de seres inútiles.
Móviles, portátiles, secadoras para el pelo, yogures light de pan de higo con trozos de ciruela claudia, cargadores de batería a batería… Creaciones humanas para aligerar nuestra existencia. Ineptitudes, estériles, banalidades…


Puede que nuestra esencia sea así misma como esos objetos inanes. Para qué sirve un apéndice, por qué no se cortan las orejas los sordos. Pero en ese caminar hacia la futilidad, en ese hacer y deshacerse constante hacia ningún sitio, quizá resida la belleza del ser humano. Los animales se autoprograman hacia objetivos apetitosos y deseables: comer, beber, follar, defenderse para comer más o para follar más. El ser humano ha perdido su agenda de actuación y se tambalea por un mundo cada vez más eléctrico, más desaveniente.
Y es ahí donde nace nuestra esencia. Donde el homo sapiens se hace grande y locuaz. En ese instante fugaz, dorado, vital, existencial, en el cual tomamos nuestra copa de vino, esnifamos nuestra raya de speed, botamos ante unos beats techneros detroitianos, se nos erecta el miembro más animal ante un pubis peludo y pasado de moda, contestamos a gritos a la vieja de al lado: muérete…


Cuando leemos El Principito y nos damos cuenta que “lo esencial es invisible a los ojos”

9 comentarios:

  1. Cierto...
    Nos pasamos la vida corriendo como pollos sin cabeza.
    Un post de altura.

    Salu2

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  2. Cuanta filosofía sale de la droga y el sexo y el alcohol... Lo más cercano a lo esencial que tenemos es el placer. Pero esencial para nosotros, los hedonistas. El Principito tenía razón, en cualquier caso.
    La filosofía sólo es autoayuda fina y bien considerada. Pero bueno, a mí me distrae para bien.

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  3. Conversaciones trascendentes puesto hasta las cejas. Tópico típico. Dudo que tú escribieses estas teorías "puesto" jejej nunca me ha gustado estar tan digitalizada...Pero quién reniega de internet? Me ha gustado mucho tu texto. Reflexionar a veces va bien. Muacks!

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  4. Yo diría que aún vivimos muy programados. Muy primigenios.

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  5. Plástico, demasiado plástico por todas partes...
    Muy buen post.
    El principito siempre me hace llorar...

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  6. Sexo, drogas y Rock and Roll....¡lo tienes todo coleguita!
    Me ha gustado este post..

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  7. Tal vez lo más difícil sea dejarse llevarse sin estar hasta las patas, desliando la mierda en que nos convierte la rutina sin otro arma que nuestra capacidad de disfrutar del puto momento.
    Tal vez escriba ésto porque aún me dura la mierda que me cogí hace dos días,mucho alcohol y mucha edad, o tal vez lo escriba porque lo difícil es vivir paladeando los momentos intrascendentes.
    Un saludo.

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  8. Encontrar a alguien que relacione El Principito con el cuelgue, es refrescante. Empieza a ser cansino que esa relación se establezca siempre con las aventuras de la Alicia de Carroll.

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