domingo, 28 de noviembre de 2010

Lolitas in the neighborhood

Con este puto frío no me apetecía una mierda salir a la calle. Pero ya había ingerido más café irlandés del saludable para llevar dos horas despierto. Así que me dispuse valientemente a caer al espacio mundano que es mi barrio.
En cuanto atravesé el umbral místico que separaba mi adorable morada con el marciano arrabal, mi cuerpo entró en una metamorfosis de dimensiones falstaffianas.
Uno debe disfrazarse intelectualmente para proyectar una imagen acorde con su nuevo espacio vital. Debe incardinarse, en cuerpo y alma, al gentío kafkiano que le rodea.
Me crucé con un tipejo reseñable, una especie de Samuel L Jackson en Pulp Fiction pero a lo español

- ¡Qué pasa Spasski! ¿Cómo lo llevas? ¿A dónde vas?
- Ya ves, aquí estam…
- ¡Muy bien tío! Deberíamos vernos más a menudo, te dejo que tengo que trabajar
- Adi…
- ¡Hasta luego! ¡Hasta luego!

Jodido drogata, pienso y prosigo mi camino inescrutable, como Dios (manda) ¡Oh yeah!

Observo seguidamente a dos atractivas a la par que vulgares adolescentes dialogar salvajemente. En su espasmódico lenguaje hay alusivas y menciones a todo tipo de sustancias estupefacientes y de otra índole erótico-festiva. Hay algo mágico y a la vez macabro en ese momento de transmisión y trasvase dialéctico entre impúdicas púberes. A mi me excita y me repulsa a partes iguales.

Contemplo inquietante como se produce una disociación entre mi cuerpo y mi alma. Como el pene se eleva, atraído por fuerzas ajenas, y la psique se desmorona, atendiendo a un espectáculo dantesco.
Me impregno en ese auto-desdoblamiento, cual ser con patología esquizoide, y armándome de valor y coraje me acerco a una de las niñas.

- Perdona, ¿tienes un cigarro?

La agitanada niña me observa perpleja. Mi interrupción en su esfera trascendental le ha trastocado mentalmente. No sabe reaccionar, posiblemente su cerebro chabacano no está preparado para este tipo de acontecimientos. Supongo que contestó estandarizadamente:

- Sí, toma – y abriendo su pitillera de colores chillones y desafiantes para la pupila humana, me acercó, de modo suave y delicioso, un cigarrillo.
- ¿Fuego?

Sonrió y ardió el encendedor sobre la boquilla del Ducados. Cuando exhalé mi primera bocanada de humo me miraron eróticamente, se miraron y me volvieron a mirar:

- ¿Tú eres Spaski, no?
- Sí, soy yo. No sabía que tenía el privilegio de ser conocido por pueriles jovencitas.
- Déjate de mierdas, ¿tienes perico?
- Tengo, pero nada es gratis en esta vida.
- No podemos pagarte con dinero.
- El dinero me da asco, preciosas.

Dirigieron sus ojos hacia mí otra vez, de forma lasciva y una de ellas se me acercó, acariciándome el pantalón a la altura de la zona genital con su mano izquierda.

- Vamos a mi casa y allí os servís – logré pronunciar acertadamente

Mi psique, impulsada por un deseo irrefrenable de satisfacción sexual, había cogido las riendas. Desafiando años de pensamiento filosófico occidental, libertina y caprichosamente, cuerpo y alma se habían entendido, haciendo de mí un hombre íntegro. ¿Sería éste el superhombre del que hablaba Nietzsche? Cogito ergo sum. Jodido Descartes.
No pienso, luego disfruto. ¡Yeah!

3 comentarios:

  1. "El dinero me da asco". Qué frase tan bonita.
    Transmite muchos valores positivos: comunicación, intercambio, generosidad, solidaridad... un hombre integro, en definitiva...

    ¡Yeah!

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  2. El siglo 21 trae consigo la filosofía del libertinaje. El polvo cubre la sombra del pensamiento antiguo en una sociedad donde lo único que vale es acabar en Gran Hermano...
    Si me sigues te sigo, pero si yo te sigo, tú me sigues... entonces, ¿estamos dando vueltas en círculo?

    Nos leemos Spaski.
    ¡Camarero! Un Martini mezclado pero no agitado...

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  3. Claro y directo, pero entre lineas un montón de historias para la imaginación, palabras bien ordenadas que no dan vueltas, que no cansan porque no hay paja por medio, me gustó el relato, te leeré, un saludo.

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